sábado, 4 de abril de 2009

Tetosterona

Acostado en la cama me observo sin mirar.
Me doy cuenta de mis pies, que calzan 42, que tienen un dedo fisurado en un partido de fútbol algo violento, y mal curado, lo que lo deja mirando de costado.
Pies huesudos. Pies con pelo, pero poco.
Y mis tobillos, tan fuertes , aunque finos.
Sigo subiendo y reconozco mis gemelos, ahora más marcadospor vivir en un pueblo inclinado: para todos lados se sube o se baja.
Las rótulas huesudas, la cicatriz de la caída de la bici en la adolescencia, el resto de las piernas...
Sé que mis muslos son ásperos. Toda mi piel parece áspera ( sobre todo comparándola con la que hace un rato estuve acariciando)
Y ahora dejo la conciencia absoluta y uso mis manos.
Me paso las yemas de los dedos, apenas, por los testículos. Por la pija. Por las ingles.
Ahí, dicen, se concentra tanta energía, tantas veces.
Y sigo subiendo.
Subo siguiendo la línea del vello púbico, hasta el ombligo. Un ombligo poco profundo, que a veces guarda pelusa.
El vientre bastante plano, a pesar del castigo del vino y la comida. La pancita cervecera de la adolescencia desapareció, pero la adultez tampoco es indulgente.
Y el pecho, casi sin pelo. Ni hundido si saliente. Tan igual a tantos otros.
Me toco el cuello, llego a la cara.
La mandíbula marcada.
La barba de dos días.
La boca, con el diente ese chueco. Los labios cansados.
Esta naríz tan única. Sin referencia en la familia.
Los ojos cerrados, el pelo que se enrosca en la almohada.
Los abro. Y me miro las manos: cuadradas, de dedos largos, algunas asperezas en los rincones...
No hay mucho más.
Y desde esa masculinidad que uno ejerce, desde ese lado de la cama, lo único que desea es acurrucarse.
Hacerse chiquito, enroscarse en sí mismo y decirle a esa piel tan generosa que está al lado, con todas las blanduras que uno no tiene, con la suavidad de cada rincón de la piel, con los labios entreabiertos y dormida, decirle: Cuidame. Quereme siempre y cuidame.
Dejarse abrazar, reposar la cabeza desordenada entre esas hermosas tetas, y entregarse al olvido, o a la plenitud, al silencio. A lo que sea, pero entregarse.
Y abandonar miedos, prejuicios, dolores, ausencias.



Y uno no lo hace.
Por que es macho y se la banca.
Porque hace poco que la conoce.
Porque no quiere quilombos.
Porque las minas se enroscan.







Pero básicamente no lo hace porque es un boludo.

8 comentarios:

Unknown dijo...

No importa que no lo digan, igual y nosotras ya lo sabemos... será por el mismo juego de las hormonas?
Muy sensual descripción.
Un beso!

Insomnia dijo...

..alguien lo tenia que decir..
lo felicito por su valentia.

lo que es una pena es que no importa cuan firmemente podamos intuir que es eso lo que les pasa a algunos hombres, no tenemos otra opcion que dar un paso al costado.

No importa cuanto supongamos que nos quieren, importa si nos sentimos queridas. Y son esos silencios cobardes los que terminana por alejar un amor.

María dijo...

Pedro, vos sabés lo que opino de los cagones.
Yo sé, que con el tiempo, te hiciste cargo del acurrucamiento, y que llevó tiempo. Pero eso, el tiempo, es un bien que no hay que desperdiciar.
Y le digo, doña Insomnia, que dar un paso al costado hablaría de nuestra valentía. Pero a veces estamos contagiadas de su cobardía.

Lorena J. Saavedra dijo...

Esa hombría... Ah, qué bueno saber que algo de esperanza hay. Vos, tan humano, se agradece a la vida.

Capitan de su calle dijo...

Si. La puta que te parió. Es asi.

Uno no lo hace porque es un boludo. Un autentico boludo.Cuando no, un cagón tambien.


Golpe bajo doctor. Antirreglamentario, juez!

Pedro dijo...

Pedro dijo...
Amnesis: si, ya sé que lo saben. Eso las hace encantadoras. Y un poco peligrosas, je.
Gracias por el piropo..no se si lo merezco. Pero nunca viene mal un piropo.

Insomnia: Por experiencia sé que el silencio aleja el amor. Por eso hablo de este boludismo idiota que hemos sabido conseguir.
Sin embargo, mis esfuerzos están orientados a que esto no crezca. Espero conseguirlo.

Malu: Los amores cobardes no llegan a amores ni a historias, se quedan ahi.... Silvio tenía razón, mierda! Y vos sos valiente, pero melancólica, por eso no das ese paso al costado que tanto te cuesta. No sé que decirte...
La Mapu proveerá.

Pablo: Golpes bajos dice usted? como dijo el profeta: lo malo no estar solo, sino darse cuenta (y darse cuenta que uno ha hecho fuerza para lograrlo)
Y no es antirreglamentario, sino que está dentro de las reglas de la autotortura, que uno ejerce día a día casi sin darse por aludido.

Gracias por leer
Salud!
Pedro

Alin dijo...

jajaja, el relato es precioso, pero me dio mucha gracia el final.
ojala las cosas serian mas sencillas, no?

rubiaa dijo...

Hermoso relato del inconciente masculino. Es bueno ver las cosas del otro lado, de vez en cuando.
Igual, te confieso un pequeño secreto, nosotras también solemos hacernos las boludas. Y no hay nada mas triste que una cama donde dos personas se hacen las boludas.

No se prive de nada, Don Pedro! que un dia la vida le va a pedir cuentas de todas esas veces en que fué un boludo, y que va a responder, eh?

un placer tu blog, beso